miércoles, 29 de junio de 2011

I have a dream (Tengo un sueño)

Este año bailamos con Abba
Durante estas fechas y desde la primavera,  en nuestro patio escolar, muy a menudo, encontramos pequeños pajarillos que han tenido el infortunio de caer del nido antes de ser suficientemente maduro para ello. A veces logran sobrevivir a la caída pero la mayoría yacen sin vida cuando los niños los descubren. Es una escena tan cotidiana que incluso la mayoría de ellos están acostumbrados a experimentarla y somos tal vez los adultos los que nos compadecemos más ante estos hechos. Quizás porque conocemos el misterio que encierra la transmisión de la vida o tal vez, porque nos muestra la otra cara de la moneda que supone el hecho inevitable de la muerte.
Nuestra canción: "I have a dream"

No podemos evitar, con sentimientos humanos, que estos hallazgos frecuentes nos produzcan malestar, pena y un cierto sentimiento de queja interior. Aunque lo cierto es que parece ser que esto es parte del ciclo de la vida y que el hecho de que estos caigan del nido, propicia que los que queden en él, reciban mayor aporte de alimentos, crezcan más fuertes y tengas mayores posibilidades de sobrevivir.

El estribillo: "Creo en angelitos..."
Igualmente, demasiado a menudo vemos caer a los jóvenes y adolescentes de sus nidos en las familias cercanas y casi siempre nos comportamos como expertos ornitólogos y encontramos montones de explicaciones para el caso, aunque en el fondo sabemos y tememos que esto también puede ocurrir en nuestro hogar.

¡Pero que lindos van!
I have a dream… Tengo un sueño. Creo que todos nuestros niños llegarán a ser lo que soñamos para ellos. Si hoy nos falta algo realmente con urgencia es la esperanza…el convencimiento firme de que podemos conducir a nuestros niños hacia lo mejor, hacia nuestros sueños. Soñar y luchar… luchando nuestros sueños se han de quedar cortos. Soñar que nuestros niños serán importantes para el mundo, que dejarán su huella, que amarán y serán amados, que construirán nuestro futuro, que honrarán nuestros desvelos,…

Los peques actuaron muy bien.
I believe in angels… Creo en angelitos. Creo que todos van a tener la fuerza para volar a tiempo, para remontar en la caída y alcanzar la belleza de admirar el mundo desde su cielo. No es necesario que consigan grandes carreras, ni profesiones que les llenen los bolsillos, tampoco que alcancen la fama… aunque tampoco estaría mal (qué un dulce no le amarga a nadie). Pero sabemos que ese no ha de ser nuestro sueño. Todos tienen madera de buena gente, poseen la capacidad de llegar a ser, ante todo, buenas personas.

Repartieron amor con sus manitas...
Creo en angelitos, que me cuidan siempre de caer… Porque acaso, ¿no son ellos los que nos impulsan a superarnos a luchar cada día por lo que creemos, a levantarnos cada día con los ánimos renovados?… ¿No son nuestros pequeños los que nos impulsan, los que nos motivan a autosuperarnos, los que nos hacen olvidar nuestro propio cansancio, los que nos perdonan sin pensarlo dos veces y nos animan a levantarnos incluso en nuestros errores?

Creo que nos conquistaron a todos
Creo en angelitos que la vida linda me hace ver… porque tengo la suerte, aunque a veces me pese, de vivir rodeada de ellos las veinticuatro horas del día, porque tenemos la suerte de haber sido agraciados con este regalo inmenso que supone ser padres y madres, porque hemos de descubrir y hacer crecer en ellos todo lo bueno y potencial que tienen sus tiernos corazones.

Angelitos dulces y divertidos
I have a dream… Yo tengo un sueño. Traduzcamos literal esta frase y que siga siendo así en presente. Perseveremos en nuestro día a día, para que nunca lleguemos a traducir nuestra canción como lo hizo Abba con el fin de adaptarla a su melodía… que nunca tiremos la toalla con nuestros hijos e hijas, que nunca lleguemos a decir “Yo lo soñé”


Con los aros supimos orientarnos muy bien

Angelitos verdes como los bosques

Angelitos azules como el cielo y el mar

Angelitos rosas como las flores

Lo importante es que lo pasamos muy bien



          TEMA DE LA FIESTA DE FIN DE CURSO (GRUPO ABBA)


jueves, 9 de junio de 2011

Corazón de maestra (o maestro)

Si alguna vez alguien me preguntase de que no podría prescindir para enseñar, diría que del “corazón de maestra”. Es cierto que ni siquiera la voz o las manos me serían tan imprescindibles como el “corazón de maestra”.

El “corazón de maestra” es el instrumento que conduce a sentir el palpitar del corazón de tus alumnos, a medir la intensidad de sus sonrisas, a interpretar sus gestos y actuaciones, a contagiarte de su elocuencia. Te ayuda a desear instruirles, transmitirles sentimientos, ayudarles a descubrir sensaciones o a empaparlos de emociones. A amarlos…

El “corazón de maestra” te orienta a redescubrir tu propia vocación cada día, a superar el  cansancio de los años y tornarlo en entusiasmo inocente, a replantearte nuevos ideales, a admirarte con la multiplicación de resultados que los niños consiguen de tus expectativas, a atesorar perlas de sabiduría que transmiten los peques con su inteligencia inocente, a ver a través de ojos de niños lo que no aprecian  unos ojos adulterados por el peso de la experiencia.

Como soy tan desordenada en todo y en mi mente, a veces he de ocuparme de ordenar las ideas también dentro del alma. Y también hago limpieza  en mi “corazón de maestra” y saco aquella idea que ensombrece mi práctica, me deshago del lastre de experiencias amargas, de críticas injustas y de falsas alabanzas,…reviso las miradas y sonrisas, por años ya guardadas…el abrazo de Raúl, la mirada de Tatiana, el beso de Paquito y el dibujo de Ana,…Tantos, tantos, tesoros que enriquecen y sanan. Me desprendo de las derrotas que enturbiaron los ideales que me lanzaron a abrazar la docencia. Renuevo la osadía de creer en lo que hago, de amar el magisterio.

Pero siempre conservo, un tanto desgastada, un tanto deslucida, quizás algo manchada, mi vocación hacia la enseñanza. Y cuando acabo de desvestir mi esencia de maestra y siento mi vida renovada, pienso que aunque duela prefiero conservar la ingenuidad de mis primeros años, sentir que lo que hago es el camino más ilusionante, más lleno de ideales, más agradablemente sorprendente cada mañana que pasas con los peques, que construyo futuro, que, colaborando con las familias, siembro sus corazones de amabilísimos recuerdos que le harán convertirse en adultos felices y, ante todo, en sociedad solidaria.