viernes, 29 de junio de 2012

Las cosas pares



¡No nos falta de "na". Estamos preciosos..!
El  sábado dieciséis, como cada año, se celebró la tradicional fiesta de fin de curso. El tema giró en torno a Mecano y elegí para los peques un tema sencillo e ingenuo pero a su vez cargado de toda una lección sobre el amor de donación: “Las cosas pares”. El único camino para llegar al otro es el de pensar en éste, antes que en uno mismo.

Creo que el título del tema es muy sugerente y nos anima a pensar que todas las cosas pueden ir impregnadas de pares de matices que las hacen más completas y bellas. Los niños no formaron parejitas a la manera tradicional (niña-niño) sino que formaron pares de amigos a los que querer y ayudar. Tuvieron que aceptarse unos a otros. Todos necesitaban a un amigo para acompañar en el baile y creo que, al final, incluso lograron entenderlo antes que los propios padres. Algunos dieron verdaderas muestras de generosidad aceptando a los menos populares; otros grandes dotes de paciencia tratando de bailar con los que se negaron, en un principio,  a hacerlo; algunos cedieron en los colores de las camisetas para agradar al compañero. Me parece que valió la pena darles a elegir a ellos, ayudarles a resolver los conflictos que surgían al inducirlos a  aceptar a un compañero y un color de camiseta. Creo que maduraron un poquitín haciendo este ejercicio contra viento y marea exterior, ya que no todos los mayores ven su utilidad, ni la comparten e incluso para mí fue una prueba más de paciencia.
Preparando nuestros gorros

El premio merecido fue el día de la fiesta en la que todos iban felices y disfrutaron con los gorros en los que ellos mismos habían colaborado en confeccionar. Ninguno se negó a ponérselo ya que, aunque con sorpresa en los detalles incluidos, sentían que era un trabajo personal. Nadie elaboro exclusivamente su propio gorro sino que todos  colaboraron en la creación del gorro de sus compañeros de mesa. Fue un trabajo de todos para todos.

Nuestros trajes al alcance de todos.
Y volviendo a nuestro tema “las cosas pares”, todos los años trabajo para que la fiesta no les suponga a los peques una pérdida de tiempo, una diversión sin más, un espectáculo carente de contenido didáctico,  una competición de ostentosidad sin sentido, una sangría para nuestros monederos, un mero triunfo personal propio ...

Creo que el pasarlo bien, el que los niños disfruten con su fiesta, el que las familias tengamos un espacio donde encontrarnos, el que todo el colegio ese día sea uno, (para mí  objetivos fundamentales  que habría de conseguir con esta fiesta) no quiere decir que no hayan de ir a la par con la ocasión de educar; de aprender a ser; de valorar a la mujer por lo que realiza y es, no por lo que luce; de respetar los tiempos de los peques sin sumergirlos en mundos que no le son propios;  de que no se pierdan horas y horas lectivas en su preparación; de que no sea una fiesta solo para los que puedan costear vestimentas;  de que se les haga perder su ritmo de descanso sin haber finalizado el periodo escolar…
Colores y buenos vientos

Es tiempo ya de que dejemos paso a la educación y a la cultura, y cerremos las puertas a lo populoso y trivial. Los tiempos nos lo exigen. Hoy se necesita más que nunca la creatividad de nuestros niños, la originalidad en nuestras actuaciones, la búsqueda de la practicidad en las prácticas escolares,  la reflexión profunda sobre el qué queremos que nuestros peques  lleguen aprehender...

Preparados para actuar
 Nada pasa de balde por la mente de los peques, todo nos deja una impronta huella, todos los tiempos perdidos son irrecuperables.  La razón y la imaginación de los niños jamás descansan, no paran de crecer cada minuto. Los padres  y maestros educamos veinticuatro horas al día, y no sólo cuando trabajamos por ellos, les corregimos, les ayudamos en las tareas,…sino  también cuando le mostramos cómo nos divertimos, cómo administramos los bienes de la familia, cómo descansamos, cómo ocupamos nuestro tiempo libre. 

La niñez no es un juego, es una oportunidad que nos ofrece la vida cada día de nuestra existencia para crecer juntos, tanto peques como adultos.

domingo, 17 de junio de 2012

Ni grandes, ni pequeños...

El miércoles celebramos el cumpleaños de los peques medianos de la clase. Todos los nacidos entre los meses de mayo y agosto. En total once niñas y niños.
Ni grandes, ni pequeños...
los medianos celebran su cumple.

Estas celebraciones suponen momentos para festejar la gran riqueza y alegría que nos supone el tenerlos, el que el milagro de sus vidas hayan ocurrido. Que vayan creciendo fuertes, adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos, que compartan con nosotros sus creaciones, sus descubrimientos, sus ilusiones, sus pequeñas frustraciones que los hacen madurar más rápido, su cariño y su inocencia.

Un recital de tartas
Creo que cada año hemos de agradecer que también a nosotros, sus padres,  nos ayuden a crecer un poco, que no envejecer como suponen los que no tienen hijos. Nos ayudan a vencer miedos, egoísmos, pereza, pasotismos, desesperanzas,...y a cambio nos impulsan a comenzar de nuevo cada año, a desear impulsarlos hacia arriba, a luchar por un futuro mejor, a entregarnos sin medida,... Efectivamente no solo no nos hacen envejecer sino también nos rejuvenecen porque sólo los que tratan de ir creciendo cada día, de ir mejorando en sus prácticas diarias, de superar obstáculos, de renovar el ánimo para animar a otros,...sólo esos conseguirán mantenerse eternamente joven ante sus hijos.

Ejemplo de ello fue la ilusión que pusieron Manolo y Lola, los papás de Pablo. Nos hicieron gorros con letras gigantes para que pudiésemos construir entre todos "feliz cumpleaños". Lo conseguimos con gran trabajo durante unos segundos y en buen andaluz ya que la letra "z" se nos perdió en algún rincón del aula.
Fue el toque original y divertido de nuestra última fiesta de aniversario para este curso.

¡Felicidades a todos!
Un auténtico banquete.

El mejor condimento la compañía...

Nos pusimos como el kiko


Los bocadillos estaban deliciosos

Manolo nos coloca para escribir "feliz cumpleaños"

Cumplimos cinco añitos

Casi conseguimos nuestro objetivo ¿Dónde está la zeta?

Apagamos las velas y a disfrutar de las tartas.

jueves, 7 de junio de 2012

Perpetuando la primavera

Limpiamos las flores
¿Cuánto valoramos esa flor que crece tímida, entre la calzada y la acera? Aquella espiga o amapola que nos regala el niño, cogida en el  camino desde su casa. Esas innumerables margaritas que adornan nuestros campos y escampados, embelleciendo los montones de escombros olvidados.
Cortamos los tallos

No las valoramos porque pensamos que año tras año, las volveremos a ver anunciándonos la apreciada venida de la primavera nueva. Tal vez no las valoremos lo suficiente porque olvidamos, como expresaba  aquel poema de Bécquer, que “aquellas,… que mirábamos temblar, esas no volverán”.

Las ponemos en papel absorbente
No obstante, para nuestros peques son un descubrimiento sorprendente. Prácticamente las observan por primera vez. Les maravillan sus caprichosas formas y sus coordinados colores, su mágica aparición en rincones que eran áridos, apenas hace dos meses.

Evitamos pliegues 
Los niños han tenido ocasión de observarlas, descubrirlas  y recogerlas con sus familias. Después las trajeron  al cole. Las hemos colocado, con esmero y paciencia,  entre  varias hojas de papel de periódico y después las prensamos con cajones con libros. Nos llevaron varios días dedicando buena parte de nuestro tiempo al entrar en clase para que no se nos mustiaran a lo largo de la mañana. Nos ocupamos en  colocarlas, aprovechando los espacios en el papel, extendiéndolas, evitando los pliegues.
Pegamos flores secas

Por último, esperamos nuestro tiempo y cuando ya estaban secas, invitamos a las familias para que nos ayudaran a crear obras de arte. Con flores secas, pintura de dedo, cola blanca y algunos lienzos fuimos creando nuestros cuadros. Usamos la técnica del puntillismo con nuestros dedos, combinando colores y formas.

Vamos sacando las más bonitas
El resultado fue espectacular. Hemos conseguido perpetuar la primavera. No se podría creer que nuestros cuadritos están hechos por niños de cuatro años. Sin embargo, aunque la ayuda de los mayores fue esencial, ellos vivieron intensamente la creación de sus obras. Tanto fue así, que me hubiese gustado que Manolo y Andrés, los padres que, con tanto esmero, montaron nuestra pequeña exposición, viesen la cara de los niños cuando, al volver del recreo,  vieron sus creaciones  tan elegantemente colocadas, junto a la puerta del comedor. ¡Este lo hice yo!, ¡este es el mio!...

Hay que tratarlas con cuidado
Fue una buena ocasión para plantearse… ¿Cuántas obras de arte nos privamos de crear por estar ciego a la belleza de las pequeñas cualidades  de nuestros hijos, esas pequeñas flores que adornan su espíritu? ¿Cuántas cosas grandes no podríamos sacar de insignificantes cosas que apenas valoramos? El valor de un beso, de una sonrisa, de una muestra de gratitud, de un juego, de un dibujo… cuántas obras de arte en su ser más profundo podríamos arrancarles a nuestros hijos si valorásemos y tratásemos de perpetuar en ellos, esas pequeñas  muestras de bondad interior que nos regalan cada día. 

En el futuro, tal vez, podremos volver a dedicarnos  otras sonrisas,  regalarnos otros besos, intercambiar afectuosas miradas,valorar mutuamente nuestras ideas…Pero aquellos gestos de afecto que nos dedicamos hoy en nuestras familias…”esos no volverán”.
Poco a poco creamos arte

Juntos es más fácil

Ahora pintamos los jarrones con los deditos

Puntitos para crear volúmenes.















Así va quedando de lindo

Con las flores que nos sobran hacemos un recuerdo.

Decoramos nuestras postales individuales

¡Así ha quedado la mía!

Los padres y madres colaboradores.

Nuestra exposición de primavera...Al natural, es aún más bonita